Cuando comprendo que “el otro” es tanto el espejo de mi luz como de mi oscuridad, cuando comprendo que si no lo puedo aceptar o no lo identifico como tal es porque de tanto ver a mis personajes e interponer velos me desacostumbré a verme a mí mismo …
Muchas veces he compartido en grupos o en sesiones
individuales estos conceptos y en la mayoría de los casos son esclarecedores,
la persona ve en sí mismo ambos aspectos luz-oscuridad y puede comprender y
comprenderse en el reflejo proyectado en “el otro”.
Sin embargo, una minoría no puede conectar con ellos, si
bien acepta la posibilidad de claroscuros no puede reconocerlos
en sus relaciones y desiste de este aprendizaje. Por lo
general he observado que corresponde a personas tan identificadas con sus “personajes”
que no solo no identifican su reflejo sino
que tampoco pueden acceder a su propia
identidad.
A.MO.R.
Les dejo este excelente escrito:
Todos somos espejo
Deepak Chopra
Todos somos extensiones del campo universal de energía, distintos puntos de vista de una única entidad. Esto implica ver todas las cosas del mundo, a todas las personas del mundo, y darnos cuenta de que estamos mirando otra versión de nosotros mismos. Tú y yo somos lo mismo. Todo es lo mismo. Todos somos espejos de los demás y debemos aprender a vernos en el reflejo de las demás personas. A esto se llama espejo de las relaciones. A través del espejo de una relación, descubro mi yo no circunscrito. Por esta razón, el desarrollo de las relaciones es la actividad más importante de mi vida. Todo lo que veo a mi alrededor es una expresión de mí mismo.
Las relaciones son una herramienta para la evolución espiritual cuya meta
última es la unidad en la conciencia. Todos somos inevitablemente parte de la
misma conciencia universal, pero los verdaderos avances tienen lugar cuando
empezamos a reconocer esa conexión en nuestra vida cotidiana.
Las relaciones son una de las maneras más efectivas para alcanzar la unidad
en la conciencia, porque siempre estamos envueltos en relaciones. Piensa en la
red de relaciones que mantienes: padres, hijos, amigos, compañeros de trabajo,
relaciones amorosas. Todas son, en esencia, experiencias espirituales. Cuando
estás enamorado, romántica y profundamente enamorado, tienes una sensación de
intemporalidad. En ese momento, estás en paz con la incertidumbre. Te sientes
de maravilla, pero vulnerable; sientes cercanía pero también desprotección.
Estás transformándote, cambiando, pero sin miedo. Te sientes maravillado. Ésa
es una experiencia espiritual.
A través del espejo de las relaciones, de cada una de ellas, descubrimos
estados prolongados de conciencia. Tanto aquellos a quienes amamos como
aquellos por quienes sentimos rechazo, son espejos de nosotros. ¿Hacia quiénes
nos sentimos atraídos? Hacia las personas que tienen características similares
a las nuestras, pero eso no es todo. Queremos estar en su compañía porque
subconscientemente sentimos que al hacerlo, nosotros podemos manifestar más de
esas características. Del mismo modo, sentimos rechazo hacia las personas que
nos reflejan las características que negamos en nosotros. Si sientes una fuerte
reacción negativa hacia alguien, puedes estar seguro de que tú y esa persona
tienen características en común, características que no estás dispuesto a
aceptar. Si las aceptaras, no te molestarían.
Cuando reconocemos que podemos vernos en los demás, cada relación se
convierte en una herramienta para evolución de nuestra conciencia. Gracias a
esta evolución experimentamos estados extendidos de conciencia.
La próxima vez que te sientas atraído por alguien, pregúntate qué te
atrajo. ¿Su belleza, gracia, elegancia, autoridad, poder o inteligencia?
Cualquier cosa que haya sido, sé consciente de que esa característica también
florece en ti. Si prestas atención a esos sentimientos podrás iniciar el
proceso de convertirte en ti más plenamente.
Lo mismo se aplica a las personas hacia las que sientes rechazo. Al adoptar
más plenamente tu verdadero yo, debes comprender y aceptar tus características
menos atractivas. La naturaleza esencial del Universo es la coexistencia de
valores opuestos. No puedes ser valeroso si no tienes a un cobarde en tu
interior; no puedes ser generoso si no tienes a un tacaño; no puedes ser
virtuoso si no tienes la capacidad para actuar con maldad.
Gastamos gran parte de nuestras vidas negando este lado oscuro y terminamos
proyectando esas características oscuras en quienes nos rodean. ¿Has conocido
personas que atraigan sistemáticamente a su vida a los sujetos equivocados?
Normalmente, aquéllas no comprenden por qué les sucede esto una y otra vez, año
tras año. No es que atraigan esa oscuridad; es que no están dispuestas a
aprobarlas en sus propias vidas. Un encuentro con una persona que no te agrada
es una oportunidad para aceptar la paradoja de la coexistencia de los opuestos;
de descubrir una nueva faceta de ti. Es otro paso a favor del desarrollo de tu
ser espiritual. Las personas más esclarecidas del mundo aceptan todo su
potencial de luz y oscuridad. Cuando estás con alguien que reconoce y aprueba
sus rasgos negativos, nunca te sientes juzgado. Esto sólo ocurre cuando las
personas ven el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, como
características externas.
Cuando estamos dispuestos a aceptar los lados luminoso y oscuro de nuestro
ser, podemos empezar a curarnos y a curar nuestras relaciones. Todos somos
multidimensionales, omnidimensionales. Todo lo que existe en algún lugar del
mundo también existe en nosotros. Cuando aceptamos esos distintos aspectos de
nuestro ser, reconocemos nuestra conexión con la conciencia universal y
expandimos nuestra conciencia personal.
Las características que distinguimos más claramente en los demás están
presentes en nosotros. Cuando seamos capaces de ver en el espejo de las
relaciones, podremos empezar a ver nuestro ser completo. Para esto es necesario
estar en paz con nuestra ambigüedad, aceptar todos los aspectos de nosotros.
Necesitamos reconocer, en un nivel profundo, que tener características
negativas no significa que seamos imperfectos. Nadie tiene exclusivamente
características positivas. La presencia de características negativas sólo significa
que estamos completos; gracias a esa totalidad, podemos acceder más fácilmente
a nuestro ser universal, no circunscrito.
Una vez que puedas verte en los demás, será mucho más fácil establecer
contacto con ellos y, a través de esa conexión, descubrir la conciencia de la
unidad. Éste es el poder del espejo de las relaciones.